Invitación a la actividad:
Cuando entre nosotras surge la necesidad de provocar un espacio de encuentro que propicie el diálogo y la reflexión acerca de “La Lucha de la Mujer en Chile y América Latina”, esto se plantea frente a una nueva conmemoración del 8 de Marzo, el “Día Internacional de la Mujer”. Cuando en torno a esta fecha abundan festividades varias, nosotras proponemos recrear, desde el presente, la memoria contrahegemónica de las luchas de las mujeres; frente a aquellos que nos llaman a celebrar, nosotras invitamos a recordar que está fecha es de una significatividad de lucha, de rebeldía, del cuestionamiento de la dominación, que no hay que perder de vista. El Día de la Mujer tiene su origen y su relación directa con la historia de la lucha de la liberación femenina, puede ser considerado como uno de los días de la reivindicación de la igualdad entre hombres y mujeres, propone la revalorización de la mujer, propicia la apertura del análisis tradicional de la izquierda de la explotación, a la acentuación de la mirada en la dominación y subordinación de las mujeres. Ahora, ¿por qué se elije un 8 de Marzo? Encontraremos diversas respuestas. La más común de ellas dice que esta fecha rememora a obreras textiles muertas en un incendio por luchar por reducciones en las jornadas de trabajo, otra vincula una movilización de protesta del gremio de las costureras en EEUU, podría también considerarse para esta determinación, la Comuna de Paris, también realizada en un mes de marzo y recordar la resaltante figura de Louise Michell, así como la propuesta del Woman´s Day por parte de Clara Zetkin en una Conferencia Internacional de mujeres socialistas. Pero la historia oficial nos dice que en 1975 la ONU establece este día, 30 años después de que la “igualdad” fuese declarada un derecho humano fundamental, a través de una carta de la misma entidad.
Pero queremos ser claras, no nos interesa el discurso de arriba, sino la historia que va forjando nuestro pueblo desde abajo. La relación entre la historia de nuestro país con el resto de América Latina- en tanto herederos comunes de una cultura impuesta, de revoluciones, dictaduras y un proyecto económico y político social triunfante- nos instala en la actualidad, y nos llama a constituirnos como mujeres, haciéndonos contraparte a la tan frecuente amnesia histórica, nos encuentra en nuestras propias prácticas políticas, lo que hemos sido y lo que somos, nos sitúa a volver sobre la preocupación de precisar nuestra identidad, nuestros objetivos y sueños. A sabiendas de que los contextos locales son específicos, pues se construyen de diversos aspectos tanto económicos sociales, culturales y simbólicos; el escenario Latinoamericano sin ser homogéneo, de todas formas guarda una historia que decanta en un presente. De las luchas de las mujeres por acceder a sus derechos de participación política y de acceso a la educación, hoy, la agresividad del neoliberalismo enmarca sus luchas en las demandas por una vida digna. Las mujeres zapatistas, campesinas e indígenas del Ecuador, las del Movimiento Sin Tierra en Brasil, las mujeres Mapuches, son protagonistas en la lucha por la tierra. Las militantes, a través de sus organizaciones, pelean ante la precarización laboral, ante las reformas y privatizaciones que impiden que desarrollemos una vida plena. Las mujeres desocupadas de Argentina, las allegadas y deudoras habitacionales de Chile van cuestionando el sistema en este momento histórico de un brutal capitalismo globalizado y la expansión del poder de transnacionales.
En el contexto de un nuevo ocho de marzo, reivindicaremos a las mujeres que encarnan aquel proceso combativo contra un sistema intolerable y a la vez, su rebeldía va acrecentándose en cuanto van buscando transformaciones en las relaciones sociales, entendiendo a la vida humana como una compleja articulación de procesos históricos y sociales que se recrean en nuestro cotidiano. Nos interesa resaltar la lucha de aquellas mujeres que traducen los derechos en ejercicios, que los hacen palpables, las mujeres que, en sus luchas, van descubriendo que la igualdad no puede dejarse en las manos de los expertos, en la tecnocracia; que apuestan porque la igualdad deje de ser el discurso moderno y liberal, aquel de la estadística de la participación a través de la inclusión a los partidos políticos o al mundo laboral.
¿Cómo estas mujeres, protagonistas de sus vidas, llegan a cuestionar las diferencias entre los grupos humanos para reinventar y proponer valores éticos en la convivencia entre hombres y mujeres? ¿Cómo van descubrieron que lo pasional y afectivo también es parte de lo político? La invitación es a visualizar a las mujeres de nuestro pueblo en lucha, para reflexionar acerca de su resistencia ante la subordinación genérica, desplegando las posibilidades que poseen para actuar y transformar la realidad, haciendo la libertad y la igualdad una práctica, a través del reconocimiento y la solidaridad en la construcción de un proyecto de transformación y revolución social.
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