Son muchas las deficiencias que la actual dirigencia de la Central unitaria
de Trabajadores ha arrastrado desde que se reconfiguró
con el arribo de la seudo “democracia” en nuestro país. Y esto se encuentra estrechamente
relacionado con la multitud de pactos y consensos que se llevaron a cabo por las
elites partidistas que consensuaron la salida del tirano, pero dejando el peor
de los puñales para el pueblo que sufrió por décadas la dictadura: La herencia
neoliberal. Es así que la Concertación
de Partidos por la Democracia, en ese cuarteto: DC-PPD-PRSD y PS, más el apoyo
a menudo del PC, pactaron como ha sido la larga historia política chilena, la
venta del país a manos de capitales extranjeros, aceptando con ello el liderazgo
de un gobierno de traidores que antes apuntaban con el dedo a la dictadura. Entre
los acuerdos firmados se encuentran la venta o mejor dicho, el obsequio de
nuestros recursos naturales –especialmente el Cobre- a manos extranjeras que
posibilitaron la rauda privatización a la interna y la sobre liberalización para
afuera, asentando las bases de una política exterminadora de derechos para la mayoría
y sumamente protectora de una minoría privilegiada. En ese tenor, el mundo laboral-sindical
tampoco se abstrajo, ya que en esa articulación viable de gobernabilidad y estabilidad
político-económica propia del consenso de los 90, el mercado se apoderó del
mundo del trabajo con el pretexto de la transición.
Hasta el día de hoy no ha cambiado mucho el panorama, de hecho, se
extrapoló al punto de que la CUT deformada por las orgánicas y estructuras actuales,
supeditada a partidos y a conglomerados deslegitimados, ha insertado en la
retina del trabajador chileno el legalismo mas inerte que puedan alguna vez en
pesadillas haber imaginado los fundadores de la CUT. Pero no es de extrañarnos,
ya que esta “Central unitaria” que se gestó en los estertores de la dictadura
(1988 – Debido a la proscripción de los partidos) siempre fue pactista,
colaboradora de clases y en pro de la “democracia”, una que hasta el día de hoy
los explotados soñamos que llegue. Pero
no le pidamos peras al olmo, señala
el dicho popular, ya que la central que hoy por hoy anida a una banda de
buitres vende obreros amigos del patrón, que comen o hacen lobby con el
empresariado en los más lujosos hoteles capitalino, luego los justifican ensalzando
nuevos “pactos” supuestamente pro-trabajador, mientras los pequeños sindicatos
de base hacen esfuerzos sobre humanos por sacar adelante sus huelgas en este
sistema depredador. Son esos proyectos genuinos, luchadores, y que
embrionariamente contienen ese germen revolucionario –aunque muchos ignoren
esto o no se den cuenta-, los que hacen perdurar el legado de esa CENTRAL ÚNICA
DE TRABAJADORES, la cual se proclamaba anticapitalista, independiente y clasista, ya que la revolución la llevarían a cabo los propios trabajadores.
Con el neoliberalismo desregulado, con el miedo post-dictadura, con la “lógica
partidista”, con la burocracia, los tecnócratas y/o profesionales del
sindicalismo, la despolitización posmoderna con el supuesto final de las ideologías,
el arribo de la democracia conciliadora, y muchos otros aspectos más, es que hacen
del sindicalismo contemporáneo una herramienta sin poder supeditada a los
poderosos.
A pocos meses de las próximas elecciones nacionales de la CUT, vemos las
mismas caras, los mismos personalismos, las mismas pugnas pueriles. ¿Donde están
las verdaderas fuerzas revolucionarias de clase, que se opongan mucho más
constructivamente a la ya simple tesis de “reestructuración de cargos”? ¿Dónde están los disconformes que aun siguen
creyendo que la CUT debe refundarse desde adentro, pero que a la hora decisiva prefieren
seguir pactando acuerdos bilaterales? El horizonte es difuso, aunque algo es
seguro: la olla a presión está pronta a estallar y tal como sucede en esos
casos, la reacomodación de fuerzas se hará plausible.
Hay ejemplos de organizaciones que se hallan independientes a la patronal y
a las directrices actuales de la unitaria: la Unión Portuaria del Bio-Bio, el
Sintec, la UCT, los rubros de la pesca industrial, los forestales y hasta
sectores dentro del Retail. Estas organizaciones realmente combativas, que no
desestiman la lucha directa como arma reivindicativa, que apuestan efectivamente
por la horizontalidad y democratización de los espacios, además de la
solidaridad de clase, son una buena muestra de que el sindicalismo está
empezando a organizarse de otras maneras.
Finalmente, a sabiendas de la nueva voltereta del máximo dirigente de la
unitaria, que rompió el acuerdo pactado por la misma camarilla CUT-CPC hace algún
tiempo atrás, quizás tenga el mismo valor para dejar esta institución, ya que a
sus casi 70 años debe ir pensando en cómo va a gastar sus millones de pesos a
costa de tanto “acuerdo” y de tanto transar en contra de su “chusma”.
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