Si hace un tiempo atrás uno de los investigadores de la fundación sol
publicó una crónica denominada "La responsabilidad de las
4 mil familias que tienen secuestrado al país", es preciso
referirme de igual manera a los cerca de 3 mil asesores sindicales que existen
aproximadamente en nuestro país y que a mí entender, son un producto similar
al excesivo mercantilismo que adolece el sistema imperante con el tema del
trabajo y los derechos laborales propiamente tal. ¿Pero por qué trato de homologar
la responsabilidad de los “barones del robo” con la de estos señores
profesionales del sindicalismo? Es menester explicitar primero quiénes son y
cómo se desenvuelven en el terreno de la representación sindical, cuanto
influyen y de qué manera se han transformado en un pilar casi fundamental en
las negociaciones colectivas de hoy. Para ello es importante señalar el
recambio de paradigma en el sindicalismo actual vs el decimonónico o inclusive
de principios del siglo pasado, cuya base –de éste ultimo- recaía en un poderío
por sector o rama productiva, combativo, solidario y de ayuda mutua.
El sindicalismo actual asentado principalmente por las reformas restrictivas
del aparataje de la dictadura se propone de manera legalista, conciliador y a
merced a los avatares de una sociedad de consumo y despolitizada. Este hacer
sindical atado de manos, se impuso también al profesionalismo técnico e instrumentalizador
de los burócratas asesores, cuya veta programática es la de lucrar o
beneficiarse del factor éxito que se establece en una negociación pactada. Es
necesario recalcar que este grupo de letrados e instruidos en el arte de la
representación han mutado claramente del antiguo modelo de resistencia a la patronal,
al de un transar constante dentro de un mercado efervescente y cada vez más
rentable. Estos personajes aludidos anteriormente deambulan de sindicato
en sindicato y tienen cierto carisma –pero también mucha labia- al momento
de introducirse a una colectividad de
este tipo, ya que es bien sabido el recelo y la desconfianza que los trabajadores
mantienen frente a estos especialistas, por lo cual se vuelve un mercado
cerrado pero incipiente. El universo lo conforman desde ex-dirigentes
sindicales -que han obtenido pericia en el tema-, hasta intelectuales
provenientes de diversos establecimientos académicos, entre ellos
principalmente: economistas, abogados, sociólogos, antropólogos y asesores
jurídicos.
La especialización y la innegable pauperización del trabajo, sumado al factor
flexibilizador que se ha instaurado legalmente, han sumido al mundo sindical en
un terreno de cultivo para la invasión de profesionales no-obreros, que cobran
por “asesorar” o dirigir adecuadamente un proceso de negociación con el patrón,
cuyo principal beneficio publicitado es la mejora en las condiciones laborales,
de remuneración y de beneficios para el trabajador. Pero lo anterior no se
condice con el enriquecimiento que conquistan alguno de éstos a la hora de
pactar con el empresariado, ya que es de conocimiento generalizado el cobro y
la ganancia -la mayor de las veces millonaria en un proyecto colectivo-,
haciendo cuestionar su seudo compromiso. ¿Herramienta de lucha sindical o
ganancia a costa de los trabajadores? Constatamos una vez más como el
neoliberalismo de mercado desregulado violenta incluso los espacios más
intransigentes del mundo obrero, recordando –a estas alturas solo por libros-
la antigua cooperación resistente del mundo sindical en cuanto a la
autodeterminación frente al Estado, las instituciones burocráticas e inclusive
de las cúpulas dirigenciales. ¿A donde quedó el antiguo eslogan del sindicato
“por y para los trabajadores”, donde éstos más que socios o “afiliados” se
identificaban como una estructura unificada de clase, con los mismos flagelos
por remediar y entendiendo su lugar primordial en el proceso productivo?
¿El compromiso se vio supeditado por el poder, por el afán del dinero y del
lucro? o díganme que 30, 50 o 100 millones de pesos por “representar” es igual
que un aumento salarial mínimo, o proporcional a la pésima distribución de la
riqueza. Francamente NO, y es lo que debe comprender el mundo sindical y el universo
asalariado, sobre todo, el sector nuestro del comercio.
3 comentarios:
Estimado John,
Comprendo el motivo de tu crítica, la sangría de fondos que supone para los sindicatos la necesidad de recurrir a asesores que en muchos casos (que no en todos, eso también hay que decirlo) cobran honorarios desproporcionados y/o juegan con "doble baraja", asesorando unas veces a trabajadores y otras a patronales.
Sin embargo creo que, lo mismo que en relación a la misma lucha de clases, es un error apelar a la ética para resolver este problema.
Me refiero a que, al igual que desde el sindicalismo clasista nos parece inútil apelar a la buena voluntad del patrón para mejorar nuestras condiciones de trabajo (y preferimos confiar en la fuerza de la unidad de los trabajadores: el sindicato), también en este caso la solución pasa por mejorar la correlación de fuerzas entre los trabajadores y los profesionales. En resumidas cuentas: por fortalecer los sindicatos.
Creo que convendrás conmigo en que hay una serie de tareas prioritarias a realizar en los sindicatos, un conjunto de prácticas a promover, que resumiría en cuatro puntos:
- La formación de sus afiliados (técnica, administrativa, en leyes laborales, en técnicas de negociación, en los fundamentos de la acción sindical y en el carácter de clases de la sociedad)
- La promoción de un sindicalismo único por ramo de la producción (en lugar de la multiplicidad de sindicatos por empresa, débiles a la hora de la negociación colectiva y proclives a los personalismos)
- La democracia interna en los sindicatos y en las confederaciones de sindicatos.
- La masividad en la afiliación y el protagonismo de los trabajadores en la acción sindical.
Hasta que estos cuatro niveles no mejoren sustancialmente, seguirán medrando la burocracia, los intereses espurios y el personalismo. Y por tanto tendremos un movimiento sindical débil.
Para conseguir sanear el ambiente hay que seguir incidiendo con esas líneas de trabajo en todos los sindicatos donde los militantes clasistas en general y los libertarios en particular tengamos presencia.
Un movimiento sindical fuerte no se consigue de la noche a la mañana, hay que seguir perseverando y no desanimarse por las pequeñas miserias que veamos a nuestro alrededor.
Un saludo y nos seguimos encontrando en LA BATALLA DE LOS TRABAJADORES.
Estimado Compa,
Agradezco el comentario y la necesaria crítica desde quienes pensamos y practicamos un sindicalismo honesto y transformador.
Sobre los puntos que tocaste tres son de vital importancia para esta reflexión, hablo sobre el tema de la unidad y fortalecimiento por rama o sector productivo (no por empresa, ya que se liga al tema de la fragmentación laboral y eso se encuadra a estructuras como el Multi-Rut), la democratización sindical, o sea socializar prácticas asambleísticas y que fomenten la transparencia en los espacios de organización obrera, sumado a una sindicalización efectiva, soberana, consciente y universal. De acuerdo al tema principal que nos convoca: “Los profesionales del sindicalismo”, fui explicito en declarar mi objeción con el lucro desmedido de ciertos sujetos con experticia sindical, -instruidos en las artes del asesoramiento-, no como negación al aporte que eventualmente puedan contribuir cuando el empresario y sus “mercenarios” intenten menoscabar los intereses de los trabajadores, sino mas bien a la rauda des-ideologización de éstos con el mundo obrero, al diferenciar y sentirse con un ethos distinto al de éstos. Tampoco es un llamamiento a la “ética” como explayaste, sino más bien concebir un hacer sindical realmente de clase, en donde la barrera del profesionalismo se difumine con la del explotado, y no una jerarquización innecesaria con fines instrumentalizadores. Lo que necesitamos hoy en día son trabajadores instruidos, son obreros que utilicen las herramientas, los saberes y las técnicas de la elite para poder restar la invasión de “extranjeros” en el ámbito laboral, donde si bien es cierto algunos hacen bien su pega, otros sencillamente destruyen procesos y organizaciones sindicales.
Saludos!
Veo que coincidimos en lo fundamental, John. Fortalecimiento y democratización de los sindicatos, protagonismo y formación de la militancia, ahí está la clave para acabar con los vicios que aquejan al sindicalismo.
Salud compañero
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